Voy a asistir como invitado del Presidente de la República al acto denominado “de reconocimiento de responsabilidad internacional” y en cumplimiento de la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Me parece un acto trascendente pero incompleto.
Entiendo que llegó el momento en el que deben complementarse las posiciones. Por lo tanto reclamo un mensaje claro y contundente de todo el sistema político nacional así como de los poderes constituidos, en el pleno ejercicio de su soberanía, respecto al firme rechazo de toda violencia y fundamentalmente del terrorismo, en su esencia antidemocrático en todas sus formas.
Creo en ese sentido, que todas las víctimas, sin distinción, merecen recuerdo, reparación y homenaje.
De acuerdo a lo manifestado, propongo que se convoque a una Asamblea General, se inviten a los titulares de los demás poderes del Estado a los efectos de que expresamente se condene al terrorismo que en todas las formas asoló al país a partir de la década del 60 del siglo pasado.
Con el espíritu de esa necesaria reconciliación nacional estaré en el acto como nacionalista y levantando las blancas banderas de fraternidad y paz.
También mi presencia se debe a la necesaria compensación respecto a los sectores del gobierno que achican la buena inspiración de este acto con una postura estrecha y cojitranca.
No quiero que quepa duda respecto de mi repudio al terrorismo de Estado y de la misma forma reclamo el mea culpa de los otros sectores involucrados.
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